Reseña: Foo Fighters – Sonic Highways (2014)


Sonic Highways es un álbum muy bien construido, que aleja a la agrupación del rock alternativo para decantarse por un nuevo sonido para oídos más ambiciosos y serenos.
Estética del Sonido
7
Narración y Discurso
6.8
Técnica de Producción y Mastering
10
Creatividad
7.6
Nota de lectores0 Votos
0
7.9
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RCA Records. Productor: Butch Vig

Octavo álbum. Ocho canciones que intentan recuperar la herencia cultural de ocho ciudades de EE. UU., teniendo a ocho invitados. El proyecto más ambicioso, al menos en el papel, en el que ha participado Dave Grohl. Un álbum que se influencia profundamente en el concepto presentado el año pasado en Sound City: Real to Reel (2013), en donde justamente la parte importante era rescatar el legado musical perdido de un lugar (en esa ocasión de un estudio de grabación). El resultado, ahora, es un gran concepto ejecutado de forma medianamente bien, medianamente mal.

Sin duda, es digno de aplaudir y homenajear que bandas mainstream intenten salir de su zona de confort, explorando nuevas dimensiones sónicas (y en este caso también espaciales), empapándose de nuevo conocimiento y retransmitiéndolo a través de su propia visión, reconstruyendo su propia identidad y no intentando vivir a costa del mismo sonido masticado. Por ello, Sonic Highways representa algo más valioso que ser un simple octavo álbum de los Foo Fighters; Sonic Highways es un ejercicio mnemotécnico que enlaza pasado y presente; espacio y tiempo; medios analógicos y digitales; audio y video; arte y cultura; en un solo proyecto musical que involucra también un documental sobre la grabación del mismo.




Sin embargo la presente reseña está enfocada solamente en el álbum musical, y lo primero que se puede decir de él es que la producción es excelente en cada canción. Se nota el gran cuidado que tuvieron en cada detalle, dejando de lado sus tradicionales composiciones naturales, garageras y rápidas; mostrándonos grabaciones más grandilocuentes, con mayor cuerpo que redefinen el sonido de la banda y lo llevan hacia una nueva dirección. Se nota inmediatamente la mano de Butch Vig (productor que ya había trabajado con la banda en Wasting Light (2011), y anteriormente con Grohl detrás del potente Nevermind (1991) de Nirvana), que le impregna su característico sello.

El cambio era necesario, aunque el característico y reconocible sonido de los Foo Fighters sigue ahí. Wasting Light (2011) fue un retroceso muy duro en el sonido de la banda, al mostrar un sonido ya muy desgastado, después de su despegue al mainstream gracias a sus álbumes definitivos In Your Honor (2005) y Echoes, Silence, Patience & Grace (2007); discos que consolidaron completamente la identidad con la que son conocidos a nivel mundial.

Lo interesante es que su cambio ahora es obvio y sincero, intentando un camino mucho más evocativo a otras bandas. «The Fast and the Famine», por momentos parece que es un tema de The Hives. «Something from Nothing» es una referencia importante a «Holy Diver» de Dio. Muchos momentos rememoran de forma importante la carrera de Bruce Springsteen. Los Foo se reinventan recuperando influencias y vías ya transitadas, integrando su propia esencia en ellas de forma consistente.

Lamentablemente no precisamente se trata de una placa redonda e interesante por todos lados, también tenemos en ella cosas como «In the Clear», un tema que entorpece considerablemente la fluidez del disco al ser demasiado soso, aunque al menos se agradece el intento por llevarla lo más lejos posible gracias a la colaboración con la Preservation Hall Jazz Band, metiendo arreglos orquestales que nos dejan ver la responsabilidad y seriedad que le dieron al proyecto.

De hecho, es un álbum que poco a poco se va desinflando. En la primera mitad del disco, como ya es tradición para ellos, acomodan los temas más enérgicos, pero a partir de la segunda mitad del disco comienza una decaída importante dentro de un concepto que en ningún momento llega a despegar completamente. Aunque se nota un gran esfuerzo por hacer una excepcional placa, como idea no llega a conectar completamente en su ejecución. Ningún momento llega a tocar fibras sensibles como ya lo han hecho en temas pasados.

Sonic Highways es un álbum muy bien construido, que aleja a la agrupación del rock alternativo para decantarse por un nuevo sonido para oídos más ambiciosos y serenos, integrando colaboradores que sutilmente plasman una huella intercultural en el proyecto, el cual al final no llega a cumplir su cometido del todo, resultando en un extraño disco para una banda que sobrevive por los himnos de estadio que ha creado.

Aunque la banda en este 2014 cumple 20 años, la realidad es que la experiencia musical que hay detrás de ella debería contarse de otra manera. Dave Grohl, su fundador y líder, inmerso en la escena musical desde que tenía 17, ha hecho tantas colaboraciones, trabajado en tantos proyectos, grabado tantas veces, que fácilmente duplica o triplica lo que cualquier otro músico a su edad sabría de la industria. Scream, Nirvana, Foo Fighters, Dain Bramage, Tenacious D, Probot, Them Crooked Vultures, Queens of the Stone Age, Killing Joke, Garbage, Nine Inch Nails, Juliette and the Licks, Mondo Generator, Zac Brown Band; son sólo algunas bandas en las que ha estado o participado. A eso hay que agregarle la experiencia que aportan los demás integrantes: Pat Smear (37 en la escena musical, fundador de la influyente banda de punk Germs), Nate Mendel (fundador de Sunny Day Real Estate), Taylor Hawkins (baterista en las giras de Alanis Morissette antes de unirse a Foo Fighters), y Chris Shiflett (guitarrista de No Use for a Name antes de unirse a la banda). No, Foo Fighters no se puede contar en 20 simples años.

Para entender mejor la discografía de la banda, clasificamos sus discos del peor al mejor: Worst to Best: Foo Fighters.