Reseña: Arctic Monkeys – The Car (2022)


The Car de Arctic Monkeys es un álbum consistente, con una identidad propia. Interesante por muchos momentos, pero también es un álbum que no es lo suficientemente novedoso ni lo suficientemente dinámico.
Estética del Sonido
7.5
Narración y Discurso
7.2
Técnica de Producción y Mastering
9.5
Creatividad
7
Nota de lectores17 Votos
6.1
7.8

Hablar de un nuevo álbum de Arctic Monkeys es difícil y emocionante debido a las enormes expectativas que se vierten en cada lanzamiento de ellos. La industria entera está atenta a lo que ellos crean y, esta vez, con el lanzamiento de The Car, su séptimo álbum de estudio, no es la excepción.

La banda ha transitado por diferentes sonidos a través de sus casi 20 años de carrera, y siempre lo han hecho de una forma que se ha sentido completamente honesta, queriendo hacer lo que ellos quieren, sin complacer a nadie.




Al momento de lanzar su debut, los medios empezaron a etiquetarlos como la gran promesa del rock, sin embargo, ellos siempre quisieron desafanarse de esa etiqueta quitándose la expectativa de ser lo que los demás querían que fueran. En su tercer y cuarto disco, muchas de las canciones dieron un vuelco a la estética que habían propuesto hasta ese momento para explorar paisajes más oscuros o más minimalistas en un intento de seguir creando la música ideal para ellos mismos y para nadie más. Pero el giro más interesante fue con su anterior trabajo, Tranquility Base Hotel & Casino (2018), el cual exploró una nueva etapa creativa que estaba completamente fuera de cualquier marco musical que hubiesen explorado hasta ese momento. The Car es la continuación directa de esa exploración que iniciaron con Tranquility Base Hotel & Casino, logrando expandirse un poco más en esta ocasión.

Una continuación directa del sonido lounge pop que presentaron en Tranquility Base Hotel & Casino

«There’d Better Be a Mirrorball», track con el que inicia el álbum, nos plantea la estética que seguirá el disco, siendo un pop tradicional con mucha influencia de jazz, pero esta vez profundizando en nuevos elementos sonoros con instrumentaciones más interesantes al tener mucha orquestación en cuerdas que nos recuerdan al proyecto solista de Alex, The Last Shadow Puppets; jugueteos creativos con diferentes  instrumentos como guitarras y sintetizadores llenos de efectos; percusiones latinas muy sutiles y muchos solos de guitarras. Estos elementos se repiten durante toda la experiencia, haciendo consistente el feeling sonoro del álbum. Son estos elementos los que le dan la identidad al disco.

Con Tranquility Base Hotel & Casino pasaba algo no muy bueno, en donde los primeros minutos era muy interesante de escuchar el nuevo sonido que proponía la banda, pero a partir de la segunda mitad, ya era repetitivo hasta cierto punto. Y lamentablemente en The Car pasa lo mismo. No estoy diciendo que sea un álbum necesariamente aburrido, pero creo que pudieron haber hecho más dinámica la experiencia que idearon. De hecho, un matiz que sí se encuentra es el tercer track, «Sculptures of Anything Goes», uno de las mejores del álbum, el cual proyecta una ambientación y estado de ánimo más oscuro y cercano a un trip hop. Y hasta ese momento se siente como un álbum diverso, pero después, mientras uno va escuchando los tracks posteriores, se nota que es verdaderamente el único momento que no encaja con el resto del ánimo del álbum y por lo tanto, pudieron haber explotado mejor este recurso.

De hecho, los primeros tres tracks son los mejores del disco y eso también impacta negativamente ya que los mejores momentos llegan muy al principio de la experiencia y el resto no llega a estar a la misma altura. Hay otras canciones como «Hello You» o «Body Paint» que son composiciones muy refinadas y buenas, pero un poco menos sorprendentes.

Siguiendo con las comparaciones con Tranquility Base, The Car es una experiencia menos lo-fi, con una producción muy pulida que le da protagonismo a diferentes elementos durante diferentes momentos. Por momentos la voz de Alex sobresale, por momentos las cuerdas, el piano, los sintetizadores, las percusiones o por momentos el bajo.

Hablando de lo que hace la banda como conjunto, es sorprendente cómo cada elemento se siente esta vez mucho más acoplado. Matt haciendo percusiones en la batería muy smooth jazz, pero también con mucha influencia latina tocando congas y bongos; Jamie encargándose del órgano, sintetizadores y unos solos de guitarra que le hacen sobresalir mucho más que en su placa pasada; Nick limitándose al bajo, muy sutil, acompañando la experiencia y proponiendo por algunos momentos líneas melódicas y Alex guiando magníficamente toda la experiencia y siendo el principal creativo utilizando piano, sintetizadores, teclados, algunas guitarras y percusiones.

Hay algunos músicos adicionales que han completado la experiencia magníficamente, con coros hechos por Tyler Packford de Mini Mansions y el productor y Bridget Samuels, en conjunto con Alex, haciendo los arreglos de cuerdas. Todo se siente ensamblado y parte de una sola experiencia que necesita ser escuchada como un conjunto para ser entendida. Únicamente bajo el contexto mismo de escuchar el álbum completo uno puede entender y apreciar todas las capas musicales que se exploran y que se complementan y toda la narrativa que comunica.

Se aprecia claramente que es un disco pensado para ser un solo producto. Este disco fue hecho en un viejo monasterio en una zona rural en la costa de Suffolk, Inglaterra, con la banda aislándose durante toda la grabación y viviendo juntos en el mismo monasterio como una decisión que tomaron inspirándose en algunas sesiones de grabación de los Rolling Stones.

Este es el álbum que más se siente como una especie de score de un film (y de un film de James Bond en específico). Una experiencia muy cinematográfica que se le aporta mucho drama gracias a la cuerdas y mucha profundidad gracias a las letras.

Una narrativa misteriosa que se siente como una película sonora

Hablando sobre las letras y narrativa, partimos de un Alex que narra historias bajo la perspectiva de diferentes personajes que están en diferentes momentos dentro de esta experiencia cinematográfica. En algunos momentos habla románticamente a sus coprotagonistas que no vemos ni sabemos de ell@s, pero que están inmersos en historias de desamor, pasión y misterio, mencionando también muchas autoreferencias a la banda y a su trayectoria. Sin embargo, y como es natural en Alex, todo contado de manera poética. Cuadros fugaces de historias que son difíciles de interpretar con algunas referencias a películas reales y ficticias. En el primer track, un personaje parece estar cantando sobre el fin de una relación, con un auto que podría llevarlos a ambos a nuevos destinos, separados, pero esperando un mejor futuro para él.

Estas situaciones cargadas de sentimientos dulces y amargos se repiten durante todo el álbum. Se nos van contando muchas escenas de añoranza, de sensaciones que llegan con lágrimas. Alex, durante el disco, también nos describe algunos escenarios fisicos, vagamente, pero con suficientes detalles como para imaginarnos los lugares elegantes en los que se encuentran los personajes: Galerías de arte con lienzos en blanco, esculturas y escaleras de mármol en «Sculptures of Anything Goes», o elementos que están en esos escenarios, como cabinas de bronceado en sesiones de fotografías, guitarras, botellas de champagne, un bloc de notas de hotel o trajes de terciopelo.

La inspiración en el cine es más fuerte que nunca en las letras de Alex, a tal punto que parece estar contándonos fragmentos de una película de detectives en donde él también es el protagonista. 

Un álbum no tan innovador

Hablando sobre innovación, realmente The Car es más bien un intento de perfeccionamiento de la estética que han comenzado a perseguir desde Tranquility Base y no un giro revolucionario por hacer algo diferente. Sin embargo, se agradece la honestidad y madurez para crear la música que ellos quieren crear sin mayores pretensiones. Música que está muy lejos de cualquier tendencia, y que también está muy lejos de ser ideal para llenar estadios o encender festivales. Es música pensada para el estudio de grabación y para escucharse en casa.

The Car es un álbum consistente, con una identidad propia. Interesante por muchos momentos, pero también es un álbum que no es lo suficientemente novedoso ni lo suficientemente dinámico como para que obtenga una mejor calificación. Es un buen disco, que continúa con un legado impactante en la carrera de la banda británica y puede que se cole ahí como uno de los mejores del año por algunas publicaciones de crítica musical.