Reseña: Blood Red Shoes – Blood Red Shoes (2014)


Este nuevo álbum supone una evolución en el sonido de Blood Red Shoes, el cual que logra cumplir con las expectativas y mantener intacta una discografía más que respetable y admirable.
Estética del Sonido
9
Narración y Discurso
8
Técnica de Producción y Mastering
8
Creatividad
7.5
Nota de lectores0 Votos
0
8.1
Jazz Life Producción: Blood Red Shoes

Siempre es interesante ver cómo el contacto de culturas permea directamente entre ellas, abriendo paso a un fenómeno de hibridación y transculturalización. En este caso, es interesante ver cómo tanto Estados Unidos como Inglaterra, que comparten nexos históricos muy poderosos pero que al mismo tiempo han luchado cada uno por entender y mantener su propia identidad, siguen uniéndose culturalmente en muchos puntos e intercambiando información que reafirma y reconstruye su cultura. Desde que en Detroit, a principios del nuevo milenio, se empezó a desarrollar una escena garage resucitada y renovada con bandas como The Dirtbombs, The Von Bondies o The White Stripes, bandas inglesas se han influenciado decisivamente de ello como el caso de The Subways, The Kills (mitad inglesa, mitad americana) o Blood Red Shoes. Irónicamente, tanto la escena de Detroit como la escena original americana de garage rock de los años sesenta, estaban inspiradas completamente en bandas inglesas.

Ese sonido de garage rock que Blood Red Shoes nos había presentado anteriormente, más cuidado y siempre mejor producido que el americano, ahora lo retoman direccionándose hacia un camino más críptico y electrónico, logrando un álbum extremadamente poderoso. Aunque ocupan fórmulas pop repetitivas, logran un equilibrio creativo utilizando arreglos interesantes que construyen un sonido que parece no inmovilizarse ni un solo momento durante todo el disco. Guitarras más turbias que nunca, sobre todo durante la segunda mitad del LP. La capacidad de componer melodías memorables sigue manteniéndose en un nivel muy alto.




Para esta ocasión, la banda por primera vez ha producido en su totalidad el álbum sin ayuda de nadie (siempre los había ayudado Mike Crossey, productor del, por ejemplo, Favourite Worst Nightmare (2007) de Arctic Monkeys). Como lo ha dicho el mismo baterista de la banda, Steven Ansell: »No producer, no engineer, no A&R people, just us two in a big concrete room in Kreuzberg, jamming and recording our songs whenever we wanted, how we wanted with nobody to answer to except ourselves».

El resultado es interesante ya que se alejan del lo-fi prefiriendo una producción bien cuidada y madura. La batería suena muy limpia y, las guitarras sucias y distorsionadas como siempre, son el gran protagonista arriesgándose a ocupar una más variada elección de pedales de efectos. La compresión del sonido no es tan exagerada como lo fue su debut Box of Secrets (2008), ocupando un rango dinámico más amplio, algo que ya habían intentado en su Water EP (2013).

Me inclino ante Blood Red Shoes, reverenciándolos. Han mostrado, nuevamente, su calidad compositiva dentro de un género que tiende a repetirse mucho. Su nuevo álbum supone una evolución en su sonido que logra cumplir con las expectativas y mantener intacta una discografía más que respetable y admirable, aún más sabiendo que desde su formación hace diez años, prácticamente no han parado de estar entre giras y estudios de grabación.