Reseña: Muse – Drones (2015)


Sí, es el disco que vienen prometiendo los integrantes de la agrupación desde hace mucho tiempo.
Estética del Sonido
8.5
Narración y Discurso
8
Técnica de Producción y Mastering
9.5
Creatividad
6.7
Nota de lectores0 Votos
0
8.2
drones muse
Warner Bros. Records / Helium-3 /// Productor: Robert John «Mutt» Lange /// Artwork: Matt Mahurin

Muse vuelve con un decente séptimo álbum que intenta reunir en 52 minutos toda una carrera llena de éxitos y fracasos. Por una parte, este disco es el intento de volver a sus gloriosas raíces rocker-prog; por otra, arrastra una sistemática serie de malas decisiones que la banda ha hecho en los últimos 6 años a la hora de componer música.

Para estas alturas, la agrupación inglesa carga con el peso de ser menospreciada por la crítica y una gran parte del circuito de «melómanos», ya que la promoción reciente de su imagen ha estado enfocada totalmente hacia el mainstream. Es interesante analizar cómo la narrativa que se crea alrededor de la imagen de una banda (les) afecta directamente (a algunos) la experiencia estética que ofrece con su sonido. Pero bueno, eso ya-es-de-cada-quién. Lo relevante acá es mencionar que esta reseña, y los textos de eso no soy en general, intentan no sesgar el verdadero valor musical que algunas piezas merecen solo por el discurso meta-musical que se ha creado alrededor de un artista. Si algo es bueno o malo, se debe intentar dilucidar el verdadero lugar que merece, independientemente si es considerado mainstream o alternativo, o si el artista ha hecho las cosas bien o mal en el pasado.




Hablando formalmente de este esperado nuevo disco de la banda, lo primero que se debe decir es que, sí, es el disco que vienen prometiendo los integrantes de la agrupación desde hace mucho tiempo. Superan con creces los últimos dos decepcionantes álbumes que, aunque no eran un completo desastre, no lograban mover las vertebras más sensibles de los fans primigenios que nos emocionábamos con el rock brutal de Origin of Symmetry (2001). Definitivamente es el disco que debió haber seguido la maravillosa discografía que estaban construyendo antes de la salida de The Resistance (2009).

Desde la primera escucha del álbum se aprecia el gran trabajo que han dedicado a todos los detalles de la placa, y cada vez que se le da una oportunidad para reescucharlo, se encuentran nuevas curiosidades suspicaces que evocan las grandilocuentes y famosas producciones del rock inglés. Desde cánticos religiosos hasta lluvia, el disco está plagado de paisajes sonoros y elementos escondidos que dotan de un gran cuerpo a las canciones.

Hablando propiamente del sonido, las reminiscencias a Queen se olfatean más que nunca en todo momento: melodías sensibles transmitidas a través del piano de Matt, coros con falsetes incluidos al puro estilo «You Take My Breath Away», riffs poderosos de hard rock que evocan la temprana etapa de los londinenses, solos de guitarra que recuerdan a May. La influencia de Queen es innegable en los integrantes de Muse, quienes se han apropiado de ese característico sonido y lo han retransmitido con su propia esencia a través de temáticas que retratan los problemas de la posmodernidad.

Semánticamente, el álbum es un trabajo conceptual que aborda como premisa principal el control militar en una sociedad distópica a través de una historia bien construida. Una placa completamente orwelliana que retrata una realidad cercana, posible, probable, y que lamentablemente, tal vez ya estemos viviendo.

El track inicial del disco nos presenta al protagonista de la historia, quien dicotómicamente es alguien que vive con la gran necesidad de ejercer el poder y tener el control, pero que por dentro está muerto. Este inicio, es una crítica a la manipulación inconsciente que el ejército y gobierno aplican en sus soldados para hacerlos máquinas de matar sin remordimientos, idea que se desarrolla mientras avanzan los minutos en que escuchamos el álbum.

Tanto en «[Drill Sergeant]» como en «Psycho», canciones que prosiguen, oímos a nuestro protagonista siendo preparado para convertirse en un psicópata asesino.

«Mercy» es el grito que pide ayuda para liberarse de las fuerzas coercitivas que sofocan a la figura principal del disco. «Reapers» dibuja un paisaje en donde se mata a distancia a través de drones (entendiéndolos como los mismos seres humanos que se han convertido en máquinas manipuladas y controladas a distancia), pero en donde el protagonista proclama estar radicalizado: se ha convertido en el enemigo (al menos mentalmente) de lo que alguna vez fue.

«The Handler» es la declaración formal de querer liberarse de sus opresores psicológicos que le han atormentado y lo han convertido en una máquina fría. Al final, logra escaparse para cantar en «Defector» que es un desertor libre e independiente. La trama concluye con dos temas: «Revolt» en donde entiende que el dolor y la confusión siguen existiendo para otros, por lo que incita a la rebelión, y «Aftermath», en donde se reencuentra con el amor y sus sentimientos reprimidos.

Sin embargo, ahí no concluye el disco. «The Globalist», la mejor canción de toda la experiencia, funciona como un epílogo que, sin ser parte de la narrativa formal, toca diversos conceptos expuestos en el álbum. La producción es tan intensa en este track de más de 10 minutos de duración que se puede considerar, sin duda, como una de las mejores canciones que la banda ha creado en toda su carrera, además, es la secuela temática de «Citizen Erased», otro de los grandes temas de Muse.

Probablemente los fans más acérrimos de la banda critiquen la falta de metáforas y alegorías en la construcción de las letras. Sí, este es un punto débil difícil de no tomar en cuenta ya que, Matt, ha escrito todo demasiado digerido y demasiado obvio, algo que al final refuerza la imagen de que su música reciente está hecha para el mainstream.

Antes de escuchar Drones me parecía una broma de mal gusto, y un cliché mal planeado, que la banda promocionara este disco como «el mejor que habían hecho». Pero ahora entiendo su argumento y, aunque no es como dicen que es, tampoco es como pensaba que fuera. Sin duda jamás se logrará satisfacer nuevamente a todos los que disfrutamos los primeros discos de la banda. Posiblemente jamás volvamos a escuchar los riffs tan vehementes y precisos que parecían más que adecuados en 1999, en el 2001 o en el 2003. Todo cambia. Nada permanece. Posiblemente jamás se puedan volver a conjugar tantos factores que hicieron de aquellas placas un legado, pero este es el mejor intento consciente que pudo haber hecho el Muse post-mainstream para recuperar su rota identidad.

Muse es una banda inglesa de rock que ha experimentado con diversos géneros musicales como el rock espacial, el rock alternativo, el rock progresivo y la electrónica. Los temas que regularmente hablan en sus canciones están relacionados con la revolución, la conspiración, la vida extraterrestre y la tecnología. Formados en 1994, sus primeros tres discos son signo de una latente creatividad por parte de sus integrantes. Su cuarto álbum de estudio, Black Holes and Revelations (2006), aunque fue bien acogido por fans y crítica, empezó a mostrar signos de desgaste creativo en algunas de sus canciones. A partir de su quinto álbum, la banda sufrió una fuerte transformación en su marca y sonido debido al éxito comercial que habían alcanzado.