Reseña: Black Midi – Hellfire (2022)


Black Midi ha alcanzado un punto de equlibrio perfecto entre sus ideas más maniacas, la maestría artística y la sofisticación musical para presentarnos un álbum innovativo y perfecto que no puede pasar desapercibido para nadie.
Estética del Sonido
10
Narración y Discurso
10
Técnica de Producción y Mastering
10
Creatividad
10
Nota de lectores3 Votos
8.3
10

El tercer álbum de Black Midi es pura extravaganza, potencia y atascadez barroca. Después de dos álbumes que llamaron  mucho la atención de la crítica, incluyendo que su debut fue nominado al Mercury Prize del 2019, Black Midi regresa con un álbum que explora temáticamente la fuerza del infierno. Teatral y cinemático, Hellfire es cuasi una ópera rock disonante y extrema que es necesario escuchar varias veces para desentrañar todas las capas de detalles que contiene.

Escrito durante el confinamiento por COVID-19 y grabado en solamente 13 días, la banda muestra un crecimiento obvio canalizado hacia ofrecer una experiencia más consolidada y accesible, enfocada en estructuras compuestas de manera tradicional y dejando de lado las improvisaciones de sus primeros trabajos, pese a que su sonido sigue teniendo una esencia difícil de descifrar y con mucho hard listening.




Un sonido lleno de caos y órden para hacerlo único

El sonido de Black Midi es tan característico que es difícil definir a qué suenan. Combinan soberbiamente cosas como rock progresivo, post-punk, math rock, jazz; creando una experiencia muy avant garde y de jazz fusion moderno. Por supuesto, meten en la licuadora muchos más ingredientes sonoros que completan la experiencia de forma inigualable y magistral. En muchos momentos hay reposos que logran equilibrar la intensa experiencia.

La inicial «Hellfire», que nos da la bienvenida al infierno, incorpora sonidos de cabaret. «Eat Men Eat» es una inhóspita incursión en el flamenco. «Still» tiene country, y en tracks como “Dangerous Liaisons” y “The Defence” se aproximan al big band.

Hellfire es probablemente la placa de Black Midi más fácil de escuchar debido a los leitmotivs que conducen toda la experiencia, llenándonos de imágenes sonoras que se repiten en diferentes partes y nos hacen tener una sensación de continuidad. También la forma en la que han dispuesto la estructura del disco está pensada para ser un álbum de escucha completo.

Pero en general, los 39 minutos que dura el disco, es puro caos en un orden inigualablemente preciso, extremadamente bien calculado y ejecutado con una calidad técnica perfecta. De hecho, mucho del valor de este disco está en esa magistral e impecable ejecución que cada vez es más difícil de encontrar en nuevos lanzamientos debido, en mucha parte, a las tendencias musicales cada vez más libres de instrumentos análogos y eléctricos y ensimismadas en la lírica.

Miseria y llamas del infierno como línea narrativa

Hablando de letras, toda la narrativa del disco se teje a través de diferentes historias, narradas en primera persona, sobre personajes que representan algunas de las facetas más oscuras que ha vivido el ser humano y que le han hecho agonizar.

El primer track, que habla sobre la fragilidad humana, la enfermedad y el envejecimiento, termina con un primer personaje moribundo entrando al infierno.

«Eat Mean Eat» habla sobre dos hombres que, en una búsqueda de sus amigos en el desierto, descubren una fábrica que se dedica a matar personas para extraer su ácido estomacal y comercializarlo como si fuera vino tinto. 

«Welcome to Hell» cuenta la historia de Tristan Bongo, un soldado que padece estrés post-traumático. La historia se cuenta desde la perspectiva del comandante de Bongo, quien lo reprende por sus problemas mentales, lo llama cobarde y finalmente lo despide. El mismo personaje aparece en «The Race is About to Begin» convertido en adicto a las carreras de caballos, quien tras abandonar el ejército, el hombre entra en una espiral de adicción de la que no conseguirá salir durante 30 años, abandonando todo lo que tiene sentido en su vida y dándose por vencido. Greep, vocalista de la banda, representa la enfermedad de este personaje a través de un delirante monólogo cantado casi sin respirar.

En «Dangerous Liaisons» el mismísimo Satanás ofrece a un hombre asesinar a otro por dinero, y este acepta, con la consecuencia que termina viviendo sus días sumido en la más insufrible de las culpas. 

El álbum concluye en “27 Questions” con la historia de Freddy Frost, un cantante que es descrito como más joven que la vida y más viejo que la muerte, quien al final del último show que dará, intenta hacerse 27 preguntas existenciales, solo para antes de lograrlo, gemir por el dolor y explotar por los aires, mientras los espectadores se ríen de él.

Un álbum perfecto que arde y trasciende

La producción del álbum, a cargo de Marta Salogni, es perfecta, llena de vitalidad, fuerza e ideas para reforzar todo el concepto del disco. Todo funciona para darle mucha profundidad al álbum. El trabajo técnico de grabación, así como el de diseño sonoro es preciso e ingenioso, ocupando muchísimos instrumentos y efectos de sonido para hacer uno de los discos más memorables y top de los últimos años.

Black Midi ha alcanzado un punto de equlibrio perfecto entre sus ideas más maniacas, la maestría artística y la sofisticación musical para presentarnos un álbum innovativo y perfecto que no puede pasar desapercibido para nadie.